Manuel De Sousa
Festival de Nada
El ahogo del socorrista. (Ad maioremnihil gloriam)
Existen sujetos como ese que iba en el metro, que tiene los gemelos tatuados y llevaba una bolsa de tela del Festival de Sopas del Mundo Mundial 2023.
¿Quién, en su sano juicio, con tantas plata- formas con series y documentales, con móviles, con salas de cine; con novia, novio o novie, con amigos creativos y divertidos, con aceras y parques áridos para sacar al perro (socavando cada vez más a la pediatría), con padel, con Tinder y aplicaciones afines, con Lindy Hop, con tango, con vuelos low cost, con tiendas online, entre otros privilegios del presente, se entusiasma y va a ir a un festival de caldos calientes
El I Festival de Nada de Barcelona, iniciativa que con suerte contará con artistas, diseña- dores y creadores que no plantean nada, que no emergieron, no emergen, ni emergerán. Diyéis que no pinchan nada. Bandas que no tocan nada. Nada de fanzines, ni publicaciones alternativas que no hablan de nada. Nada de food trucks con cocina de autor que no sabe a nada, como el aguacate sin sal. Nada de directores y guionistas de cortometrajes que no abordan nada. Nada de patrocinado- res, nada de publicidad, nada de pulseritas con agujeritos, nada de colas, nada de pos- tureo, nada de billetes agotados y revendidos más caros, nada de cancelaciones, nada de abonos. Y muy importante: nada, pero nada de censura ni "political correctness".
El festival temático como concepto en el presente siglo, es el socorrista cultural del aburrimiento que se tiene y del que no se está consciente.
"¿Cariño tienes planes?"; "¿quieres ir a un festival de sopa en Nou Barris?".
El Festival de Nada de Barcelona es la res- puesta para los que están felizmente aburridos de manera consciente, la vía de escape para los nostálgicos del fastidio crónico.
La impotencia contemporánea de saber y poder incorporarse al siglo XX, de la que hablaba la Internacional Situacionista en el número 9 de su jornal de 1964, es la que hacía un llamado afónico a la acción, para acabar con el "tiempo muerto", el cual, según ellos, dominaba el siglo pasado, y así poder aprender a despedirse hábilmente de esa era.
Hay entonces que intentar hoy ser moderno, o peor aún, post-moderno, y entrar en el siglo XXI sin saber haber salido del siglo pasado, con la ayuda de la sobreabundancia de festivales de cualquier tema, la herramienta liberadora para creer que se está haciendo una nueva época colectivamente, cuando no hemos sabido ni entrar, ni mucho menos salir del siglo pasado.
Karel Teige, en el Manifiesto del poetismo de 1928 exigía "no permitir que se aplique un fin extra estético"; no para hacer la poesía comprensible por medio de la razón, sino para darle un "máximo de fuerza emocional por medio de la eficacia psicológica máxima."
El I Festival de Nada de Barcelona tiene un fin infra-estético, para adecuarse a las deman- das de un siglo que elabora formas pretenciosas con un espíritu feo. La embolia del gusto, socorro, se ahoga el socorrista.