Instrucciones para deshacerte de esa mierda que se niega a abandonar tu váter
En casa llamamos mojón aquerenciado a aquel zurullo que decide que está tan a gusto en tu retrete que no quiere irse. O que, si se va, decide volver. Seguro que en tu casa se le llama diferente. ¿Cómo? No sé, pero quiero saberlo. Me interesa genuinamente. Por extensión me interesa todo lo que tiene que ver con la mierda. La escatología es una de mis pasiones. Si te tiras un pedo que huele raro no solo lo voy a oler, sino que querré saber qué has comido para que huela así. Y si suena bien lo celebraré, a veces incluso con aplausos. No todos los culos tienen el carácter, la personalidad y la osadía de tirarse pedos rotundos y poderosos.
Te cuento una historia. Cuando tenía 8 años una noche mi abuela se quejaba de un dolor insoportable de tripa. Mi abuelo decidió llevarla al hospital y yo los acompañé porque no me podían dejar sola en casa. Después de un rato de revisión y charla con varios médicos, el doctor le dijo que había tenido un cólico provocado por los gases. Resulta que mi abuela, una señora muy digna y elegante, consideraba que los pedos eran algo ofensivo, degradante. Así que se los guardaba. Ni siquiera iba al baño a tirárselos. Nada. Se los guardaba bien dentro, para ella sola, hinchándose como un globo fétido. La receta del médico fue simple: tírese pedos. Así que vivan los pedos bien tirados. Por salud.
En relación a los mojones aquerenciados, tengo que confesar que soy especialista en atascar váteres. Me lleva pasando desde niña. Cago bien y con frecuencia, pero hay días en los que cuando me siento a defecar noto que viene fuerte, contundente. Y cuando sale puedo anticipar si este mojoncito fresco se querrá quedar a vivir en mi baño.
En una ocasión, a los pocos días de mudarme a Estados Unidos tuve una experiencia que para cualquier otra persona hubiera rozado el trauma. Menos mal que para esa edad ya me quedaba cero vergüenza fecal. En los States los váteres no funcionan igual que en España. Funcionan peor. Lo malo es que tienen más agua. Tanta que parece que estás cagando sobre un charco y casi siempre recibes el bautismo sagrado y húmedo de su base. Lo que en Argentina se llama “el beso de Poseidón”. Y lo peor es que allí los váteres funcionan por succión en vez de por arrastre (por eso necesitan más agua, claro). Si vives en España tu váter suelta agua desde arriba y el efecto arrastre de ese agua se lleva todo –o todo lo que pueda– consigo. Al funcionar por succión, si algo impide que un váter estadounidense trague, lo que ocurre es que la taza se llena de agua y tu mojón hace de tapón, encajándose y aquerenciándose a la fuerza.
Eso fue exactamente lo que me pasó, con el agravante de que no era mi casa ni un sitio público, sino casa ajena. Para más detalle, era la casa de una familia súper pija que me estaba alojando durante unos días; una familia súper pija que no vería el chiste en que su baño quedara inundado de mierda española. Por eso, según vi lo que estaba pasando, el pánico se apoderó de mí. Tanto por mi caca tapón, como porque sería un drama que ese váter rebalsara y la mezcla de agua, papel mojado, orín y trazas de mierda –que algo siempre se desprende de la caca nodriza– ensuciara aquel baño tan refinado. Por suerte la cosa no fue a mayores. El agua paró su ascenso casi al límite del váter. Fue una imagen curiosa. Los restos se quedaron ahí, en la superficie de ese estanque contaminado, flotando y dando vueltas como si fueran peces aburridos.
Pero ¿cómo desatascar un baño bloqueado por un mojón aquerenciado? ¿Cómo echar a este invitado que ha decidido alargar su visita? Como todo, depende de dónde estés y lo que tengas a mano. Aquí una guía de cosas que hacer para resolver el marrón.
1. Comprueba si ese mojón realmente ha acampado en tu retrete. Por eso el primer paso es tirar de la cadena una segunda vez. ¿Se ha ido? Esta puede ser una prueba trampa porque hay mojones que se van y vuelven. Observa durante un rato. Si no ha regresado, problema resuelto. Si sigue ahí, lee el siguiente paso.
2. Ahora que sabes que tu excremento le ha cogido cariño al retrete, tienes que tomar una decisión: ¿quieres ser tú quien se encargue o que sea otro el que limpie la mierda? La segunda también es una opción, yo no te voy a juzgar. A menos que quieras hacer un statement artístico, que estés en casa de alguien que te caiga mal o cualquier otra buena justificación –que seguro las hay– mi recomendación es que te hagas cargo tú mismo de la tarea. Que me guste la mierda no significa que no sea cívica. Entonces, ¿quieres echarlo? Si la respuesta es sí, lee el siguiente paso.
3. Para desalojar un mojón aquerenciado no hay otra que cortarlo. El cabrón no se va porque no cabe de lo largo que es, así que tendrás que dividirlo en partes más pequeñas. ¿Qué podría servir como herramienta para hacer esa división? Mira a tu alrededor. Lo ideal es que sea algo descartable. En el pasado he utilizado un rollo de papel higiénico (puedes aplanar el cartón o usar uno de los dos bordes), una lima de uñas o un par de palillos de los oídos juntos (la mierda no suele estar tan dura como parece). Si estás en tu casa y te da igual, también puedes usar un peine, un cepillo de dientes o cualquier otra cosa de usar y tirar. Si has usado alguna de estas opciones y has conseguido desatascar tu caca, enhorabuena. Si no, lee el siguiente paso.
4. Sigues teniendo que cortar tu mojón, de eso no te libra nadie. Si no has encontrado nada de usar y tirar, la siguiente opción es preguntarte si puedes salir del baño. En caso afirmativo, en cualquier casa encontrarás cientos de objetos de usar y tirar. Aquí no hay límites. Para inspirarte, puedes usar cubertería desechable, incluso unos palillos chinos; un lápiz o bolígrafo. Si encuentras algo fuera, vuelve, corta tu mierda y tira de la cadena. ¿No puedes salir del baño? Lee el siguiente paso.
5. Cuando te dije que miraras alrededor en el baño se te pasó fijarte en algo: tus propias manos. Sí, último recurso, pero es lo que te queda. El resto no hace falta que te lo explique. Suerte.
6. Hagas lo que hagas, no olvides lavarte las manos.
Este artículo es parte de The Posttraumatic VOL.7 "GENOCIDE".
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