Quién no se cansa de vivir,
quién, igual, siempre igual,
quién, igual simpre,
quién
todos los días.
Quién no se cansa de vivir
viviendo siempre en la misma piel,
viviendo siempre la misma vida:
quién fuera serpiente y pudiera dejar atrás su muda,
quién fuera águila y echar a volar,
pero no.
Siempre el mismo trabajo,
siempre la misma ciudad,
siempre los mismos amigos.
Quién no se queja de vivir
y aún así vive
entre la depresión,
la esquizofrenia,
la ansiedad
y la idea peregrina del suicido,
quién.
Quién no responde a la pregunta de qué tal
con un "muy bien"
que tiene la anticipación y la inexactitud
de las quinielas
o la meteorología.
Quisiera ser el hombre del tiempo
y proclamar nubosidad variable,
quisiera ser Zidane y reventar de un cabezazo la rutina.
Esto es lo que toca, al final:
la familia, la pasta, si la hay,
la salud hasta donde llegue.
Quién no se queja de vivir pero aún así
sigue.
Quién no se cansa de vivir
pero aún mantiene la esperanza de que de repente
mañana
sin previo aviso
cambie todo.
Pero de verdad quién quiere cambiar.
Quién no quiere vivir esta vida de mierday seguir cada mañana igual:
espantar la resaca y los murciélagosde debajo de las sábanas,
abrir la ventana saludar al mundo
con el optimismo justo
que da el saber que un día todo se irá al garete
y que por eso nada es para tanto.
La energía infinita que da
al margen de todo cagarse de vez en cuando y frecuenteme
en lo perro que es el mundo,
en lo perra que es la vida.
Este articulo es parte de The Posttraumatic VOL.6 "It's hard to focus today".
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