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Somatización permanente

La normalización del estado de alerta que devasta tu cuerpo psicológica y físicamente.


Vamos a morir todos, esa es nuestra única certeza. Tenemos tendencia a obviarlo, a mirar hacia otro lado. El miedo a morir se corona como el mayor de todos nuestros temores. Creo que cualquier preocupación esconde tras de sí la sombra negra de la muerte como malo final de la partida. Sin embargo, la muerte es a la vez esa gran justiciera que devuelve todo a su lugar, la que no entiende de condiciones ni estatus. Si lo pensamos detenidamente, si lo enfocamos desde un punto en el que la lógica y lo absurdo casi se toquen, pensar en la muerte podría incluso reportarnos una paz extensa, ilimitada, pues cualquier preocupación carecería de sentido. Qué ser, el ser humano, llenamos nuestra vida de ruido para no enfrentarnos al abismo de nuestra existencia. Quedarse quieto resulta demasiado aterrador,


somos adictos a estar en movimiento. Sexo, drogas y rock & roll, y otro tipo de actividades de moda, como el trabajo extremo o las prisas para llegar a ninguna parte, para ver un poco menos y anestesiarnos un poco más. Nos hemos convertido en individuos ciegos, como el hámster dentro de la rueda, hipnotizados en la espera de la llegada del “fin-de” (¿...los tiempos?). Nostalgia del pasado inexistente o ansiedad por un futuro que tampoco existe, configuramos nuestro presente como un instante de tormento. Detenerse es entonces un acto de valentía, es mirar a la cara a nuestro miedo. Para. Mira. Escucha.



Escucha a tu madre, a tu primo, a tu pareja, a tu perro. Míralos, ¿Puedes verlos? Para y mírate y escúchate a tí. ¿Puedes verte? ¿Estás escuchando lo que te dice tu cuerpo o has bloqueado por completo sus señales? El cuerpo nunca engaña. Puede que tu estómago ya no digiera, tu espalda te irradie un gran dolor, puede que se te paralice la cara o que se te inflame alguna glándula. Como si el cuerpo gritara que te dejes en paz, que dejes de echar hormigón sobre ti. Hormigón sobre todas tus capacidades, sobre todas tus luces. "Quedarse quieto resulta demasiado aterrador, somos adictos a estar en movimiento. Sexo, drogas y rock & roll, y otro tipo de actividades de moda, como el trabajo extremo o las prisas para llegar a ninguna parte, para ver un poco menos y anestesiarnos un poco más."

Para. Mira. Escucha, por favor. Puede que el miedo a morir no te esté dejando vivir.





Este articulo es parte de The Posttraumatic VOL.5 "Mas de lo Mismo".

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